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martes, 27 de agosto de 2013

Los rayos del destino

En el albor de los sentidos,
despierta la inocencia del olvido,
se torna centelleante la nostalgia
de saber que vivimos sin testigos.
Acurrucándose en un pinar vecino,
el amor no quiere que sea visto,
para que las aves del mañana
lo eleven muy alto en su vuelo
y con ellas tocar los rayos del destino.
Y en el fulgor que emana del cariño,
se escucha el tintineo de campanas,
que pasan buscando almas puras
y cumplirán su sueño en la distancia.

                                       B. E. N.

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