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lunes, 21 de abril de 2014

Volvió a golpear mi puerta,
nada me robaba más sonrisas
que ver sus ojos
delante de los míos.
Todo se tornaba luz
al acercarse sus labios
al filo de mis labios
mientras se aceleraban los latidos,
una caricia pasional
se apoderaba de nuestras manos
como cuando éramos niños.
El mundo detenía nuevamente su curso como en el instante
en que nos conocimos,
la luna rozaba la ventana
y nosotros por un momento
jugábamos a hacer el amor,
un amor clandestino
que nace y muere
hasta el próximo abismo.

                   Betty Nuñez

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