La cordillera se eleva
majestuosa
tratando de encontrar
acordes de violines afinados,
deseando en el cielo
que las mira
desvanecer su ímpetu
mundano.
Y allá en la alta
cumbre se divisa,
el ave más hermosa que
existiera,
desplegando sus alas
en silencio
abrazando la libertad
que en soledad recibiera.
Y como guardián del
tesoro más valioso,
un corazón abre sus
brazos a las estrellas,
para aferrarse al amor
más tierno y más grandioso
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